¿Se parece alguna leyenda en su país?

viernes, 9 de abril de 2010

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Una misma leyenda en Costa Rica puede tener variaciones de estilo o versiones con algunas diferencias significativas.

Pero hemos descubierto por lo que algunos visitantes nos escriben que leyendas iguales o similares se cuentan en otros países.

Gracias a los visitantes de Argentina, Perú, Colombia, México, Centroamérica, Estados Unidos, del resto de suramérica, a los ticos -por supuesto- y a los que escriben de más lejos como Moscú, Bucarest, Francia y España.

Sería bueno que escriban un comentario aquí y nos cuenten si en sus países cuentan leyendas como estas o si han visto algunos de estos espantos merodeando por esos lugares.

Sanatorio Carlos Durán

jueves, 25 de febrero de 2010

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El Sanatorio Carlos Durán posee una de las leyendas o historias urbanas más antiguas de Costa Rica.

Ubicado cerca del Volcán Irazú, en Cartago, en un lugar conocido como Prusia, donde la bruma y el frío caracterízan la zona.

Fue construido en 1915. Por su lejanía y aislamiento, fue un lugar perfecto para albergar como hospital. Años después fue una cárcel.

Muchas personas murieron ahí. Se clausuró en 1973 por defectos en su estructura física. Desde entonces, en el lugar aseguran que suceden situaciones paranormales, almas en pena que rondan los edificios, sonidos y voces…

Corto animado

sábado, 12 de diciembre de 2009

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Un pobre campesino costarricense tuvo la suerte de encontrarse una misma noche con el Cadejos y la Cegua; montarse en la Carreta sin Bueyes y terminar frente a una iglesia con el Padre sin Cabeza.

Disfruten este corto animado de leyendas ticas, producido por Pablo y Franco Céspedes.

Leyendas

viernes, 11 de diciembre de 2009

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 El diablo de Puente de Piedra*

Cuenta la leyenda que una madrugada un hombre y su carreta, tratando de cruzar un río, invocó al diablo y ofreció su alma a cambio de que le construyera un puente.

Apareció el diablo y le dijo: acepto... A lo que el hombre contestó: pero deberá estar terminado antes de que cante el gallo.

Y con velocidad escalofriante el diablo comenzó a construir el puente... Y viendo el hombre que el diablo se apretaba para poner despaciosamente la última piedra con cara burlona, se fue a su carreta, rebuscó en ella y sacando unos gallos los tomó a puntapiés y justo en el límite del tiempo, uno de ellos cantó.

Con prisa cargó de nuevo la carreta y ya sobre el puente dijo adiós al diablo.

* El cantón de Grecia tiene un distrito llamado Puente de Piedra, su nombre se refiere a un puente de piedra que, visto por debajo, se ve que falta una piedra justo donde cierra el arco. De ahí nació esta leyenda.


La madre que envejeció de la noche a la mañana

Entre montones de piedras discurren, sonoras y relampagueantes, las aguas de este río; saltan en cataratas que forman como “velos de novia” con sus espumas. En un lugar del cauce hay una gran cueva por encima de la cual brincan bramando las aguas turbulentas.

Todo esto era un pueblo de indios, nos dijo el anciano narrador. Los indios usaban grandes caracoles, de esos que también se irisan como las aguas del río a la luz del sol. Traían los caracoles de la mar de Suerre, remontando el río Cutris.

Todos esos montones y montones de piedras en el cauce del río son “guacas” en que se encuentran, junto con los dichos grandes caracoles, ollitas pintadas y muy diversas figuritas…

Los indios hacían trompetas con los caracoles; por cierto que eran más sonoras que los cachos que usamos hoy para llamarnos en el monte. Dicen que en muy remotos tiempos los indios venían a bailar en la cueva y a tocar en ella sus caracoles.

Una vez, los indios celebraban una de sus fiestas en la cueva y se llegaron a emborrachar tanto como chicha de jinocuabe que el jefe, perdida la razón y enojado, sin saberse por qué, con una de sus mujeres, le arrebató el chiquito que tenía en brazos y desde la cueva lo despeñó por la catarata.

El cielo se puso bravo y allá arriba empezaron a sacudir los cueros. Los indios, asustados por la tempestad desatada, huyeron a los montes. Pero la india madre no huyó; se quedó en el río buscando a su niño; iba empujando piedras que rodaban como truenos al despeñarse en la corriente embravecida.

Tantas y tantas piedras empujó que llenó la cueva. Y tanto lloró la pobre que, de la noche a la mañana, se hizo vieja… Todavía hoy, cuando brama el torrente crecido por las lluvias, parece que es la india la que está derrumbando las piedras, en busca de un chiquito.

Una vez, dos amigos que andaban cazando tepezcuintles, dicen que la vieron: iba por las orillas del río llamando al chiquito, soplando con su caracol para que la oyera; empujando, desesperada, grandes pedrones y, por fin, la vieron meterse en el hueco que era sin duda la entrada de la antigua cueva.

Por eso dicen que allí asustan y por eso al río lo llaman el Río de la Vieja y por eso sus aguas corren salteando entre tantos y tantos montones de piedra.

Tomado del libro Leyendas Costarricenses.


La leyenda del Zurquí

A pocos kilómetros de la ciudad de San José se encuentran los valles del volcán Barba.

Hace muchísimos años vivió allí una princesa térraba llamada Turi Uha.

Turi Uha vivía tranquila en su poblado en donde gobernaba su padre, el cacique.

Pero un día, un guerrero, que tenía la frente alta como una montaña, cruzó los bosques del Zurquí para llegar a la tribu Térraba.

Él buscaba a Turi Uha, la mujer a quien amaba, la flor de sus valles.

La princesa también amaba al guerrero, pero debían huir juntos en busca de otras tierras, lejos de sus tribus, ya que estas eran enemigas y no permitirían su unión.

El amor no puede crecer en el territorio de la guerra, por eso Turi Uha huyó por la montaña con el guerrero.

Sólo la acompañaron algunas amigas.

Cuando el cacique padre de Turi Uha se dio cuenta de ello enfureció y marchó con sus guerreros en busca de los fugitivos.

El retumbar de los pasos y el chasquido de las ramas rotas al correr se oyeron por toda la montaña. Y el enamorado guerrero, el de la frente alta como una montaña, cayó muerto por sus perseguidores.

Su alma subió a la cima del cerro, allí donde, según la creencia de su gente, habitan los muertos, en la morada del dios “Sibú”.

La princesa y sus amigas continúan huyendo a través de la selva. Turi Uha, en su pena por la muerte del guerrero, quiere alcanzar la cima, donde habitará con el alma de su amado.

Y mientras huyen de sus perseguidores, ocurre algo maravilloso: poco a poco sus cuerpos se vuelven ágiles, su piel se transforma en sedosas alas… han quedado convertidas en mariposas, que alzan vuelo para alcanzar al cielo.

Por eso suele vérseles en grandes cantidades por las mágicas cumbres del Zurquí.
Tomado del libro Leyendas Costarricenses.


La Chancha. María Mayela Padilla escribió en forma de poesía esta leyenda que le escuchó a sus padres y abuelo durante su infancia en San Ignacio de Acosta.



Leyendas en dibujos

lunes, 7 de diciembre de 2009

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Este es un aporte que nos hizo llegar Andrey Loría, de 13 años, vecino de San Rafael de Alajuela, sobre tres de las más conocidas leyendas: El Cadejos, la Cegua y el Padre sin cabeza.




La Cegua

El Padre sin cabeza







La Leyenda: Leyenda Costarricense

domingo, 6 de diciembre de 2009

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La leyenda costarricense de la Llorona se refiere a una muchacha campesina que viajó a la ciudad capital (San José), donde luego de imitar las extravagantes maneras de la aristocracia josefina quedó embarazada. Luego del nacimiento del niño lo abortó y lo lanzó a un río.

Arrepentida, desde entonces, dicen los ticos, se le oye andar por los márgenes de los ríos llorando. "ah... mi hijo, mi hijo..."

Antes de ver este video que encontramos en You Tube, es válido reconocer que de esta leyenda existen versiones en Chile y México.

El Cadejos

martes, 1 de diciembre de 2009

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Dicen que el Cadejos era un joven parrandero y vago, el tercer hijo de un gamonal de Escazú.
Vivía siempre echado de día, y en las noches envolvía un yugo en cobijas, lo ponía en la cama y se escabullía a parrandear.

Una mañana, el padre lo llevó casi a la fuerza a la finca a "tapar" frijoles junto con sus hermanos; pero apenas llegó a la finca se echó a dormir.

Furioso el padre al encontrarlo lo maldijo: "Echado y a cuatro patas seguirás por los siglos de los siglos".

De ahí en adelante se transformó en un perro grande y negro, atado a unas cadenas, que aparece al lado de los parranderos que viven lejos y los acompaña como para advertirles de los peligros que los acechan.

Esta es una recreación que unos estudiantes del colegio San Isidro subieron a You Tube y que queremos mostrar en este blog.